“Palabras, no puedo. El deber de un hombre está allí donde es más útil.”
“Pero mientras haya obra qué hacer, un hombre entero no tiene derecho a reposar. Preste cada hombre, sin que nadie lo regañe, el servicio que lleve en sí.”
¡Por fin potente mi robusto brazo
Puede blandir la dura cimitarra,
Y mi noble corcel volar ya puede
Ligero entre el fragor de la batalla!
José Martí, fragmentos tomados del poema Abdala.
La historia toma cuerpo en una tierra llamada Nubia, al norte de África, pero sus letras están demasiado cerca de la palabra Cuba, y no es pura coincidencia.
Los que devienen amor no se amilanan, y ahí es la muestra del bulbo que nuestros científicos, una vez más, se salieron con la certeza de las ideas seguras de un equipo altruista y esperanzado de mantener la confianza de nuestra Patria.
Al cierre de esta primera etapa de la vacunación existieron veintitrés vacunatorios
Fuimos testigos de que el humanismo sí existe y que la solidaridad forma parte de nuestro día a día.
Se aunó la unidad de los valientes que se han entregado en cuerpo y alma para demostrar la sensibilidad y el amor hacia nuestros semejantes. Nuestros médicos siempre con la firmeza de trasmitir optimismo a la población, dejando en cada consultorio médico, cada hospital, cada terreno listo para la llegada de Abdala, una pizca de consistencia y soberanía para demostrar una vez más que sí se puede y sí se podrá.
Ya corre por nuestras venas Abdala y la seguridad de que no existe fuerza mayor en el mundo capaz de aplastar este inmenso amor por la vida y por la Patria.
Abdala anda de hombro en hombro en miles de imienses. Su nombre nació como merecido homenaje al más universal de todos los cubanos, de él aprendimos que Patria es humanidad.
¡Excelente! ¡Un aplauso doble para este ejército de batas blancas!
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